casillero del diablo: Kauan

En tan sólo tres años este duo ruso formado por Anton Belov (también en Strecosa y Helengard) y Lyubov Mushnikova ha editado ya tres álbumes, siendo el primero, “Lumikuuro”, un disco de referencia en el 2007 para mucha gente. Con este dan el salto y lo edita, aparte de su sello de toda la vida, Firebox Records de Finlandia.

Su anterior trabajo dejó una larga lista de excelentes críticas, pero un servidor le dió dos escuchas y no me convenció demasiado, aunque desde luego Kauan no parece el tipo de banda que entra a la primera y fue un fallo no insistir. Por eso no me conformé con el resultado obtenido tras ponerme “Aava Tuulen Maa” por primera vez, con lo cual me había quedado algo impasible y procuré volver a escucharlo en el estado de ánimo adecuado, y ahí la cosa empezó a cambiar. No podía ser de otra manera viendo su nacionalidad, las olas de melancolía desbordaron del equipo de música y envolvieron toda la habitación de una manera mágica, pausadamente, haciendote flotar en su neblinoso paisaje.

No podría encuadrarles dentro de un estilo fácilmente, y desde luego no entiendo las similitudes que puedo haber leído en distintas webs con el Doom o cualquier tipo de Metal extremo (de hecho únicamente aparece una parte de guitarra eléctrica en todo el disco, en el cuarto tema), aunque creo que han evolucionado muchísimo respecto a su primer trabajo. Kauan entrarían dentro del mismo margen musical en el que metería a bandas como Tenhi (su nombre lo toman de un disco de esta banda), Subaudition o Sigur Ros, incluso los trabajos acústicos de October Falls o Ulver.

Beben tanto del Post-Rock atmosférico como de influencias folklóricas de su país y lo traducen todo a un lenguaje muy personal; en sus cinco temas (cuatro de ellos superando los diez minutos) hay sitio para una variada progresión, atmósferas desbordantes de una mística electrizante, siempre enaltecidas por un teclado que va cumpliendo tanto la función de piano como introduciendo capas de sintetizador muy similares por momentos a las usadas por Amorphis en el gran “Tales From The Thousand Lakes”.

Probablemente el mejor disco de Post-Rock del 2009, una obra de arte. Recientemente lo han reeditado en vinilo.